domingo, 10 de octubre de 2010

COMUNIDAD: Medea de Eurípides en el CCPUCP (hasta el 13 de diciembre)

Fuente: CCPUCP

Desde el 25 de setiembre del presente año se encuentra en cartelera la obra "Medea" de Eurípides, dirigida por Gisela Cárdenas. La actual versión de la obra clásica griega ha sido realizada por Alfonso Santisteban y la propia Gisela, y tiene una sensibilidad particular para nuestros tiempos y la sociedad a la que pertenecemos. Va de lunes a jueves a las 8.00 pm. en el teatro del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica (CCPUCP) y la temporada durará hasta el 13 de diciembre. Más información sobre la obra pueden obtenerla a través de la página de la obra en Facebook. Datos sobre las entradas las pueden obtener en la página web del CCPUCP. A continuación, una presentación del personaje mitológico griego escrito especialmente para la obra:

"Medea, la mujer. La de Medea es la historia de un corazón roto, destrozado y desgarrado por aquello que llamamos amor. Es la historia de una pasión por el joven Jasón, una pasión tan intensa que Medea es capaz de abandonar su pueblo, su patria, su familia… sus hijos. Sin ella, la aventura de Jasón y los navegantes del Argos no hubiera llegado a buen fin. Medea, la hechicera, eleva sus conjuros al viento para hacer posible la derrota del toro de pezuñas de bronce y de los soldados que brotan del diente de dragón. Medea, la encantadora, encuentra una pócima para hacer dormir a la bestia que protege el Vellocino de Oro. Medea, la amante, se alegra del triunfo de Jasón, quien ha prometido llevarla con ella. Medea, la asesina, es la que sacrifica a su hermano Apsirto para permitir la huida de su joven amante. No hay razón que justifique la traición de Medea a su pueblo, a su patria, a su familia. Pero es que no es posible convocar conscientemente el fuego del amor. Por lo general, este nos consume el corazón sin avisar. Y nadie le avisó a Medea de este amor desgarrador.

La historia de Medea es un mito, por cierto, y sabemos desde hace mucho tiempo que los mitos no son realidad. No, al menos, el tipo de realidad a la que estamos acostumbrados en nuestro día a día, en nuestro hacer cotidiano. Pero los mitos tampoco son mentiras. No se trata de creaciones arbitrarias ni el resultado de fantasías literarias. Los mitos reservan para las generaciones futuras la sabiduría de los pueblos del pasado. Nos hablan desde aquellos universos humanos en los que la escritura no existía y la palabra hablada era sagrada. Sabiduría que se transmitía de generación en generación y que ha quedado sedimentada para el hombre y la mujer de hoy. Los mitos no nos enseñan cómo navegar por mares embravecidos, ni sortear a gigantescos dragones dormidos, ni conseguir –tampoco– el tan deseado Vellocino. Estos conocimientos ya no son de preocupación del hombre ni de la mujer contemporáneos. La sabiduría que alberga los mitos, el poder que reside en ellos, tiene que ver con esa fuerza ignota que descansa en el interior de nuestra especie, en aquella dimensión que compartimos todos los seres humanos. Aquello que nos une a pesar de la distancia y a pesar del tiempo. Medea, la mujer, es la que vive –o sobrevive– en medio de un amor putrefacto, destruido por la traición de un corazón que no entiende de amor.¿Puede un ser humano vivir como ser humano en tales condiciones? ¿Puede una mujer vivir en tales condiciones? ¿Qué demonios, hasta entonces contenidos, pueden ser liberados como resultado de un corazón humillado y maltratado? Medea, la mujer, es víctima y victimaria. Amante y asesina. Madre y esposa. Destruida y vuelta a reconstruir. Mujer, al cabo, con el corazón destrozado por amor y por odio, presa de las pasiones que insuflan y comparten los habitantes del Olimpo con nuestra raza indefectiblemente humana." (Texto por Armando Millán).


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